martes, 27 de marzo de 2018

Escritores poliamorosos

Hay palabras que se ponen de moda. Un día empiezas a oír "posverdad", "procrastinar", "hater" y no sabes si se quedarán entre nosotros para siempre o si pasarán a mejor vida junto al "guay del paraguay". Una de esas palabras que de repente aparecen es "poliamor".

 ¿Practicaban los osos amorosos el poliamor?

Poliamor. Ojo, que no poligamia, ni relación abierta. Según una tal Lola que afirma encontrarse "en un poliamor jerárquico con cuatro parejas, con una de las cuales estoy casada y convivo", el poliamor consiste "en amar a varias personas a la vez, de forma consensuada, consciente y ética". Si ya es difícil encontrar una pareja estable... ¡imagínate dos o tres!

Quizá la definición de Lola no aclare mucho las cosas, así que recurramos a los maestros de la palabra, a los escritores. Comencemos con una recia señora del XIX,  periodista, corresponsal, escritora, activista... llamada María del Carmen Ramona Loreta de Burgos, más conocida como Carmen de Burgos. Se casó a los 16 años, pero el marido le era infiel, así que Carmen coge a su hija, abandona al marido y empieza a trabajar como periodista. Se hace un nombre, organiza tertulias... y en una de ellas conoce a un estudiante de 19 años, un tal Ramón Gómez de la Serna. Ramón y Carmen están juntos durante casi 20 años. Pero en 1929, la hija de Carmen, María (de los Dolores Ramona Isabel) está de bajona tras su separación y se refugia junto a su madre. Para entonces Gómez de la Serna ya es un autor consagrado y consigue para María (de los Dolores y bla, bla, bla) un papel en su última obra de teatro. Y es entonces cuando María (de los Dolores y tal) y Ramón se lían. ¿Poliamor?, ¿triángulo chungo? Voto por lo segundo. 

Quizá Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir se acercaran más a eso del poliamor. Al menos ya vivieron en el siglo XX y eran los más modernos del lugar. Tan existencialistas, tan liberales, tan franceses, tan tolerantes, tan "Jean Paul líate con quien quieras que yo haré lo mismo". Aquí había trajín y consenso, ahora bien: ¿qué hay de la ética? Pues poquita. Llamadme tiquismiquis pero yo veo muy turbio que Sartre adoptara a una de sus jóvenes amantes y la nombrara heredera universal. Unos años más tarde, Beauvoir haría lo mismo con otra amante.

Si hay un escritor que practicó el poliamor a tope, ése fue Robert Graves. Sí, el de "Yo, Claudio".

Allá por los años 20, Graves está casado con Nancy Nicholson y aún no le interesa la novela histórica, sino la poesía. Escribe poesía, lee poesía, sueña poesía... y así llega a Laura Riding, poeta norteamericana que le fascina y con la que empieza a cartearse. Graves y Riding, además, escriben juntos obras de títulos tan atrayentes como "estudio de la poesía modernista" o "panfleto contra las apologías". Laura viaja a Inglaterra. Cualquiera pensaría que conocer a Graves en persona sería una bajona...:

Graves es el señor sexy de la derecha. Los otros tipos sexys son Sartre y Gómez de la Serna.

Pero no. A Laura toda la familia Graves le encantó, tanto Robert como Nancy. Forman un trío al que ellos mismos llaman "la trinidad". Hasta aquí todo consensuado, consciente y ético. Pero, ojo cuidado, que tenemos a dos poetas intensos formando el triángulo... Empieza a haber tensiones por los caracteres de Robert y Laura. La cosa se complica cuando Laura se enamora (oh, sorpresa) de otro poeta, un tal Geoffrey Phibbs, con quien también colabora escribiendo un libro (escribir libros de poesía a pachas, el tinder de los años 20). Así que Laura sugiere a Geoffrey que se sume a su trío, ahora convertido en cuarteto. Él acepta. Y por un tiempo viven "felices los cuatro", que diría Maluma. Pero Geoffrey empieza a notar que su corazón no late por todos de forma generosa y consensuada, sino por Nancy. Laura se entera, se lo toma poéticamente (es decir, mal) e intenta suicidarse. No lo consigue (y eso que se tiró desde un cuarto piso), acaba hecha un cristo y Robert opta por divorciarse de Nancy.

Robert y Laura deciden volver a empezar y para eso escogen Deià, que en aquel entonces no estaba llena de alemanes, sino de payeses y pinos y casitas de piedra. Allí, Graves escribe sus libros sobre el emperador Claudio y Laura y él viven una época de relativa calma. Pero llega la guerra civil y los dos se exilian con la idea de volver en cuanto sea posible. Se refugian en Suiza, Francia, Gran Bretaña... y Estados Unidos. Allí Laura conoce en persona a Schuyler Jackson, un crítico literario con el que llevaba tiempo escribiéndose. Sí, sé lo que estáis pensando y sí, habéis acertado. Laura se enamora de Schuyler, que resulta que está casado y vuelve a montarse una tragedia griega. La esposa de Schuyler sufre una crisis mental, Laura deja a Robert y se casa con Schuyler. Y Robert, que también sufre una crisis nerviosa, quizá escaldado del poliamor en general y de las poetas intensas en particular, se casa con Beryl Hodge. Una mujer tranquila, licenciada en filosofía y de buena familia, con ella tiene cuatro hijos. ¿Final feliz? Para nada.

Robert vuelve a las andadas, a buscarse musas (curiosamente mucho más jóvenes que él), entre ellas mi favorita es Aemilia Laracuen. Esta muchacha de nombre sacado de "Juego de tronos" tenía treinta y siete años menos que Robert y un pasado truculento, se comentaba que había acuchillado a su primer marido y que ella iba diciendo por ahí que "fue fácil, como hundir un cuchillo en un pastel". Graves se obsesiona con Aemilia, y ella, al principio fascinada con el escritor, acaba hartándose de ejercer de musa/enfermera y dice cosas como que "Robert sufría de la próstata, lo que convertía el sexo en algo laborioso". Todo esto, por supuesto, mientras Robert sigue casado con Beryl. Robert regala una casa en Deià a Aemilia, casa donde vivía uno de sus hijos con su familia, por cierto. Tras muchas discusiones familiares, Robert compra otra casa para Aemilia, pero ni así logra retenerla. Finalmente, Graves se divorcia de su mujer, sigue a Aemilia a México, donde ella se había trasladado... todo se va al traste cuando ella se enamora de otro hombre (20 años más joven que Aemilia, además) y Robert ingresa en un hospital, taquicárdico perdido.

Quizá Robert Graves, Laura Riding y compañía deberían haber vivido en el siglo XXI, donde hay una organización para todo, también para el poliamor: https://poliamormadrid.org, sin ir más lejos. Como el Batman de los años 60, donde todo era bat-algo (batmóvil, batcueva, batseñal), en poliamormadrid organizan poli-eventos, a donde supongo que las poliparejas acudirán en sus policoches.

Y vosotros, ¿sois o habéis sido poliamorosos?, ¿quizá poliamorosos jerárquicos?, ¿sabíais que los Osos Amorosos se llaman Cariñositos en Sudamérica?, ¿y que a Tarta de Fresa la llaman Frutilla?

lunes, 5 de marzo de 2018

Mejor película, el remake de "1, 2, 3, splash"

He tardado más de lo habitual, lo sé. Es lo que tiene volver a trabajar en la oficina y no poder acostarse a las mil después de ver la alfombra roja en varias páginas de streaming que, todas, se cuelgan y/o cortan la emisión para ofrecer anuncios constantemente.

Me sorprende mucho que haya ganado el Oscar a mejor película el remake de "1, 2, 3, splash" (también conocida como "La forma del agua") pero, como no la he visto, y tampoco "Ladybird", ni "Yo, Tonya", ni "Call me by your name"... mejor me callo la boca y me dedico a... (oh, sorpresa, giro inesperado) ¡los trapitos!:


Anoche me entró sueño tan pronto, pero tan pronto, que la única que había llegado a la alfombra roja era Paz Vega, eso sí, con un vestidazo que parecía sacado de un anuncio del perfume Flower by Kenzo y con unas mangas iban arrastrando y cogiendo pelusas a su paso, igual que el vestido rojo de Alison Jenney.

Este año hubo mucho clasicismo en los vestidos, poco riesgo y poca mamarrachería. Una lástima. Ahí estaban Elizabeth Moss y Saorsie Ronan (¿cómo se pronuncia Saorsie?) vestidas de rosa desvaído de niña buena camino de su primera Comunión. Aburrido. Aburridísimo.


La cursilería llegó al punto de que algunas, como Mira Sorvino y Camila Alves, se vistieron de novias. Bien mirado, es una manera de amortizar el vestido que no podrás repetir en público; te lo pones en una de esas bodas de estrellas de Hollywood que se casan ante sus íntimos en una isla privada, y listo.

¿Y ellos? Pues si la alfombra roja de las muchachas me pareció demasiado clásica, imagináos la de los muchachos, todos de blanco y negro, con sus pajaritas, todos uniformados. Ojalá alguno vestido de Palomo Spain para el año próximo. De momento, habrá que conformarse con el traje rollo bondage que se plantó el patinador Adam Rippon. Armie Hammer se plantó un traje de terciopelo granate que me da exactamente igual porque Armie Hammer es el dios Apolo bajado desde el Olimpo para pasearse entre nosotros, simples mortales:


El bellísimo Armie es solo una de las muchas pruebas de que las gentes de Hollywood están hechas de otra pasta. Yo tengo ropa en mi armario de hace 15, e incluso 20 años... pero Rita Moreno bate todos los récords, llevó a la ceremonia el mismo vestido que lució cuando ganó su Oscar por "West Side Story" allá por el año... ¡1962! Haced el cálculo, o no lo hagáis, que ya lo hago yo: ¡¡¡56 años!!! En los años 60 no existía aún la obsolescencia programada.

¿Y quiénes fueron las más divinas? Pues ellas dos, Lupita Nyong'o y Gal Gadot, con bien de brillos y un aire a disfraz carísimo, la una de reina egipcia y la otra de flapper de los años 20. Qué me gusta a mí un brillo bien puesto...:


Jennifer Lawrence también tiró de brillos, aunque los suyos recordaban más al estilo disco de los años 70. Quizá contagiada por su propio vestido o quizá porque JLaw es una fiestera, nada más llegar a la ceremonia, se puso a saludar a unos y a otros, copa de vino en mano.

¿Pero quién quiere elegancia pudiendo tener extravagancia o, mejor aún, una gran metedura de pata? Con permiso de Whoppi Goldberg, que se hizo un vestido con el tapizado de su sofá, y de Maya Rudolph, disfrazada de obispo, estas dos actrices se llevaron la palma al cuadro de la noche:


Haley Bennet debe tener un jardín enorme en su mansión de Malibú y anoche no sólo pasó el cortacésped, sino que olvidó quitarse algunos hierbajos que se le quedaron pegados al traje. Tiffany Haddish, por su parte, se equivocó de celebración, se creyó que en vez de en los Oscars estaba en Eurovisión, representando a un país que podría ser Armenia o Letonia o Uzbekistán (por ejemplo). Ni sé colocar ninguno de estos países en el mapa, pero me imagino a sus habitantes llevando este traje regional y comiendo goulash.

Last, but not least, toca hablar de la auténtica fiestera en estos premios. Y no es JLaw, qué va. Vosotros sabéis de quién hablo: Heidi Klum, que no acudió a los Oscar pero sí a las fiestas posteriores que se organizan. Y digo fiestas porque fue a dos: la de Vanity Fair y la de Elton John. Heidi sí que sabe.

Y vosotros, ¿también saldríais de marcha con Heidi Klum y JLaw, aunque probablemente os tumbarían a primeras de cambio?, ¿cómo se pronuncia Saorsie?,  ¿creéis que el remake de "1, 2, 3, splash" es el justo ganador de la noche?