Por eso, años ha, cuando tocó elegir carrera, fui una chica práctica y no me decanté por la antropología. Que sí, que muy interesante eso de estudiar a tribus por ahí perdidas, pero están perdidas por algo, en medio de lugares llenos de insectos, incomodidades y humedad que te deja el pelo fosco (como dijo aquella: "Nube, tía, y sin secador"). La naturaleza es cruel, y por mucho que Hollywood nos haya enseñado que a la selva se va con plancha para que la camisa de la sahariana esté impecable...:
A Grace Kelly le queda bien hasta el salacot.
...sabemos que el campo se lleva mal con el glamour. La realidad del pobre antropólogo está a años luz de "Mogambo". El estudioso llega a una zona alejada de toda civilización (¡ni un Zara en kilómetros!) a vivir como vivan los nativos, aprender su idioma y ganarse su confianza para así poder estudiar su sociedad. Mientras logra su objetivo está más solo que la una, incómodo, aburrido y desesperado porque los nativos no le hacen caso o, peor aún, le toman el pelo. Que serán nativos, pero no son gilipollas, y si quieres sacar algo de ellos deberás darles algo a cambio.
Al final, el antropólogo se siente desesperadamente inútil y le dan ganas de coger el primer vuelo rumbo a su colchón con nórdico a solo 200 metros de un Starbucks. De todo eso habla "el antropólogo inocente", de Nigel Barley. Barley se fue a Camerún a estudiar a la tribu dowayo y en el camino las pasó putas. El libro no es una manual de antropología, sino la historia de un hombre contra los elementos, todo contado con mucho humor... y nada de glamour:
¿Dónde salía más guapo Ralph Fiennes, en "el paciente inglés" o en "la lista de Schindler"? Abro debate.
Y, sin embargo, hay veces en que la realidad se pone estupenda. En los años 30, la ya famosa antropóloga Margaret Mead se va a estudiar una tribu de Papúa Nueva Guinea junto a su marido, también antropólogo, aunque con nombre de gigoló: Reo Fortune. La primera obra de Mead, "adolescencia, sexo y cultura en Samoa", fue un best seller. El libro hablaba de la educación de los adolescentes (que no son ni rebeldes, ni problemáticos en Samoa), de sus liberales costumbres sexuales (tanto para hombres como para mujeres) y, sobre todo, venía a decir que no había reglas universales en la conducta humana.
Mead y su marido coinciden en Papúa con otro antropólogo, el inglés Gregory Bateson y aquí es donde la realidad imita a Hollywood. Y no por el glamour...:
Margaret Mead no era Ava Gardner, pero Bateson se daba un aire a Tom Hiddleston...
... sino por el triángulo amoroso que se formó entre estos tres. De eso precisamente habla "Euforia", de Lily King. Pero cambia los nombres tanto de los tres protagonistas como de las tribus que estudiaron. Supongo que para ahorrarse una polémica, recordemos la que se lió el año pasado a costa de Adelaida García Morales.
Aunque "Euforia" está basada en hechos reales, y Margaret Mead se casó tanto con el antropólogo con nombre de gigoló como con el que se parecía a Tom Hiddleston, eso no es lo que sucede en el libro de King. Pero, si queréis saber algo más, os lo leéis, porque espero haber picado vuestra curiosidad.
Y vosotros, ¿habéis leído alguno de estos libros?, ¿también sufrís cada vez que salís al campo?, ¿no es una tragedia que Ralph Fiennes se quedara calvo?