lunes, 27 de mayo de 2013

Series a juicio


En siglo XIX fue el opio y en los años 80 la heroína.

Hoy, en pleno siglo XXI, hay una nueva droga que está causando estragos.  No se trata de la cocaína, ni de la ketamina, ni de empaparse en vodka los tampones. Es la adicción a las series de televisión. Y como todo enfermo que desea curarse, el primer paso es admitirlo:
"Hola, me llamo Esti y soy una adicta a las series".
Ahora es cuando todos, desde vuestras casas, frente a vuestros PC o vuestros portátiles, me respondéis con un: “¡Hola Esti!”.
Pero esta es una adicción compleja. Siempre abocada al mono, en ese aciago momento (aciago, qué bonito adjetivo, hay que decirlo más) en que se acaba una temporada y debes esperar meses a que te lleguen capítulos nuevos de tu serie. Y mientras tanto... ¿qué? ¿Qué mierda de la buena puede sustituir el vacío que nos dejan "Mad men", "Homeland" o "Breaking bad"?

Yo lo he intentado.

Pero he fracasado:

Hannibal
A favor de esta serie están sus protagonistas, dos actores impresionantes. Por un lado Hugh Dancy, que tiene ese aire de chico ideal para pasar el domingo viendo la tele, los dos hechos un zurullo con la manta sobre las rodillas. Una monada, vamos. 

Como le gustan los gatos le perdono que combine rayas con cuadros.

Interpretando a Hannibal Lecter tenemos a Mads Mikkelsen, actor como la copa de un pino. Mientras Dancy tiene el físico de ese novio perfecto para llevar a las comidas familiares, Mikkelsen tiene cara de malo. Esto es así. En su vida este hombre protagonizará una comedia romántica ni una película familiar de Disney. Está condenado a ser psicópata, pederasta, asesino o banquero vendedor de preferentes... Oye, que lo mismo él es una bellísima persona, pero no lo parece.

Más allá de sus protagonistas la serie es un sucesión de fuegos de artificio, con un director (David Slade, “Hard Candy”) con ganas de marcar paquete. Para eso usa toda la artillería a su disposición, que si flash backs, que si ensoñaciones, que si cámaras lentas y muchos, muchísimos asesinatos, eso sí, todos teatrales y enrevesados a más no poder.
Por si sois un poco vagos, os resumo las conclusiones al estilo crítico de cine de la guía del ocio:
A favor
Los dos actores protagonistas.
Un piloto que promete.
En contra
Que es un sindiós.
Que del segundo capítulo en adelante todo lo que promete el piloto se va a hacer gárgaras.

The following
Como en Hannibal, el protagonista de la serie da el 200 por cien. En este caso él es Kevin Bacon, uno de esos actores que defiende hasta lo indefendible. Pero su antagonista, James Purefoy (Marco Antonio en “Roma”) sobreactúa que da gusto. El argumento podría tener su aquel, con un psicópata en la cárcel que ha creado una secta de seguidores que ejecutan sus planes en el exterior. Pero la realidad es que "The following" carece de la profundidad de “Dexter” y acaba siendo una sucesión de muertos, así porque sí. 

Mención aparte merece que la excusa del antagonista para matar sea la obra de Edgar Allan Poe ¿Qué habrá hecho el escritor para ser maltratado de esta forma? ¿Qué es lo que han leído en Poe todos esos que lo han adaptado en forma de películas horrendas, óperas rock o lo han usado como inspiración para hacer muñequitas emo?

A favor
Kevin Bacon
Que matan a los personajes a lo loco, incluso a quienes piensas que no tocarán.
En contra
Es un sindiós. 
Usar el nombre de Poe en vano.

Ripper street
Esta serie inglesa está ambientada en el Londres de Jack el destripador, pero esto es sólo una excusa para retratar la época victoriana. Como los ingleses son muy vagos, no les gustan ni las series largas ni las tramas de continuidad. En Ripper street cada capítulo habla de un caso. Todo con un aire de video clip muy alejado de la típica serie inglesa estilo "Downton Abbey". Ripper street está más en la onda de la saga de Sherlock Holmes de Guy Ritchie: hay peleas a puñetazos, tiros, persecuciones, chicas ligeras de ropa, montaje más trepidante que la historia en sí... Lo peor es que la serie se toma demasiado en serio a sí misma cuando no es más que una intriga al uso donde el interés está en saber quién es el asesino, y en nada más.

Los actores lo mismo son famosos en su pueblo de Northhampton Upon Avon, pero yo no les conozco, ni me he quedado con la cara de ninguno. Carisma cero.

A favor
Los vestidos, la ambientación.
En contra
Es la versión seria de Guy Ritchie.

Y vosotros, ¿me podéis recomendar algo con lo que pasar el mono hasta que lleguen los nuevos capítulos de "Dexter"? No hace falta que sean series de matar gente, que yo también veo comedias...

Ah, y pasaos porfaplis por aquí y votad a "Lo último que hago para el Notodo". Ya está preseleccionado, pero si gana el premio del público será emitido en Canal Plus. ¡No me seáis vagos, ni siquiera hace falta registrarse para votar!

miércoles, 15 de mayo de 2013

Películas a reivindicar: “Paradise Lost”


Paradise Lost no es un documental. Son tres. Y ahora estaréis sintiendo una pereza cósmica al imaginaros 5 horas seguidas de documental. Que lo entiendo. Que yo soy de ésas que va a Martín de los Heros con ganas de verse una película, pero mira la cartelera y ve: una peli danesa sobre pederastia, un documental canadiense sobre niños de la guerra, otro sobre niños desaparecidos... y acabo volviéndome a casa. Pero este post os va a quitar la pereza ante los documentales. O al menos ante éste.
La primera parte de Paradise Lost comienza con el asesinato, supuestamente ritual, de tres niños de 8 años en un pueblo de Memphis, allá por la América más profunda. Se detiene a tres jóvenes del pueblo, en concreto al tonto del pueblo, al raro del pueblo y al mejor amigo del raro del pueblo. El documental se centra en el juicio a los tres chicos. Un proceso lleno de pruebas circunstanciales, confesiones dudosas y hasta declaraciones surrealistas como que los seguidores de cultos satánicos "suelen vestir de negro".
Qué, ¿ya os empieza a parecer interesante?, ¿eh?, ¿eh?

La emisión de la primera parte de Paradise Lost convirtió a los tres encausados en tres celebrities. Sobre todo a uno de ellos, Damien Echols, el rarito, por su aire a cruce entre Johnny Depp y Robert Smith.
El de la izquierda es Johnny Depp. El de la derecha, Damien Echols.

Se bautiza a los encausados como los tres de West Memphis (West Memphis Three) y, bajo ese nombre, se organizan todo tipo de iniciativas particulares para movilizar a la sociedad y conseguir la revisión del caso.

Los realizadores de la primera parte de Paradise Lost siguen todo ese proceso de apelaciones, programas de televisión y manifestaciones. En el segundo documental ("Paradise Lost: revelations, 2000) incluso hablan de otros posibles sospechosos, como John Mark Byers, el padrastro de uno de los niños asesinados.

Por último, en la tercera parte del documental, rodado en 2011, narran el final de la historia de los tres de West Memphis. Manteniéndose siempre fieles al estilo de la primera película, nada de voz en off, cero protagonismo para los realizadores, todo son entrevistas de los personajes involucrados en la historia y material de archivo. Un documental clásico de la vieja escuela. Eficaz, directo, y nada efectista.

Tras haber devorado en una semana las más de 5 horas de documental de "Paradise Lost" estos son los hechos probados en las tres películas:
  • que los juicios americanos son aburridos, los abogados tienen menos labia que Ally MacBeal, Alicia Florick o Perry Mason, y no se producen esos grandes descubrimientos del tipo de lanzarle una pelota de béisbol al acusado, que él la recoja y gritar al jurado: ¡es zurdo! ¡No pudo cometer el asesinato!
  • Que los 90 fueron, a la moda, lo que el Reino Unido a la gastronomía. Un horror.

  • Que existe la injusticia.
Porque “Paradise Lost” no sólo es recomendable en sí misma, como producto audiovisual bien hecho, emocionante e interesante. Es que además revela una verdad de la vida, aquella que también decían en “La princesa prometida”: la vida es injusta. 

Porque es injusto que tres chavales se pasen media vida en la cárcel por un crimen (atención, SPOILER) que no han cometido. Injusto que salgan de prisión casi 20 años después gracias, no a que se haya detenido al auténtico culpable, sino a una argucia legal. Injusto, en definitiva, que los liberen sin que se haya reconocido su inocencia.

Y como una imagen vale más que mil palabras... Así entró en la cárcel uno de los tres de West Memphis, Jason Baldwin:


Y así salió, después de haber pasado más tiempo dentro que fuera de prisión:

La prisión sirvió para que el Lute se sacara la carrera de derecho, sí, pero a Jason Baldwin sólo le ha servido para que le roben la juventud.

Pero el auténtico personaje de las tres películas no es el frágil Jason, ni el carismático Damien (por supuesto se ha casado con una fan que le escribía cartas a la cárcel), ni Jesse Miskeley, el tercer inculpado, con un cociente intelectual borderline. El verdadero hallazgo de las tres películas es John Mark Byers.

En la primera parte, Byers da todo un recital. Que si camisas con la bandera americana, que si oraciones en su iglesia, que si maldiciones bíblicas lanzadas a los tres sospechosos, que si teorías propias sobre la existencia de ángeles en la tierra, pero también de demonios... Byers es todo lo que un europeo medio piensa que es un tipo de la América profunda: paleto, conservador y aficionado a las armas. En "Revelations", mientras todos los familiares de las víctimas prefieren callar, Byers continúa abriéndose ante las cámaras. Habla de la muerte de su esposa, de su tumor cerebral, canta con su guitarra una canción que ha compuesto para la ocasión y también se quita su dentadura postiza. Por hacer, hasta se somete al polígrafo para borrar todas las sospechas (circunstanciales todas ellas, algunas hasta ridículas) que apuntan hacia él.

En "Purgatory", la tercera parte (ahí va otro SPOILER), descubrimos que Byers no es ningún asesino. Es un pobre hombre. Ha sufrido las muertes de su hijastro y de su esposa y que además lo señalen unas veces como sospechoso, otras como freak. En cuanto surgen nuevas pruebas que desbaratan la teoría del crimen satánico, usa toda la energía que siempre ha exhibido para pedir perdón a los tres de Memphis y solicitar su liberación. Hasta escribe personalmente a Echols para pedirle perdón.



Conclusión: que hay que ver los tres documentales. Si os puede la pereza, si no encontráis una versión subtitulada, si os he aguado la fiesta con demasiados spoilers... incluso así, deberíais ver, al menos, el tercer documental "Paradise Lost: purgatory".

Y vosotros, ¿recomendáis algún documental de esos que, a priori, dan pereza?

martes, 7 de mayo de 2013

Películas termómetro

Dicen que lo peor es la indiferencia. Que lo bueno es provocar una emoción, sea la que sea. Pero, ¿esto se aplica a una película también?, ¿más vale la indiferencia que esas ganas de ir al taquillero, cogerle por las solapas y exigirle tus 9 euros, 6 el día del espectador? Para evitar que acabéis detenidos en el cuartelillo acusados de agresión a un empleado de multicines, os tengo preparada una táctica que suele funcionar y que se compone de 3 sencillos pasos:

Paso 1. Encontrar películas termómetro, esas que te han provocado un odio encendido. Un cabreo de 40 grados centígrados.

Paso 2. Consultar a amigos/críticos/familiares sus opiniones sobre la película termómetro en cuestión.

Paso 3. Si resulta que son fans de la película termómetro que has elegido, y además les ha gustado una de la cartelera que no sabías si ir a ver, entonces ya tienes tu decisión  ¡9 euros ahorrados!

Yo suelo usar como termómetro al crítico de Jenesaispop. Si al tal Joric le gusta una película, ya sé que a mí me va a horrorizar. Pero, por si resulta que yo soy vuestra némesis, ahí van algunas películas termómetro que utilizo como baremo:

El árbol de la vida
¿Tenéis problemas de insomnio? ¿Habéis probado todos los métodos posibles para conciliar el sueño?, ¿ni contar ovejas, ni la valeriana, ni los relajantes musculares hacen efecto? Probad a ver "El árbol de la vida". En 15 minutos, o puede que 20, cuando hacen un flash back por el que pasas de ver a Brad Pitt a ver el nacimiento del mundo  (sí, amigos, un flash back de 4.500 millones de años), estaréis dormiditos.

El árbol de la vida dura 139 minutos y se libra por los pelos de ser una película al peso. Las películas al peso son esas que duran más de 3 horas.  Los críticos más sesudos suelen adorarlas, probablemente porque se han quedado dormidos en la primera mitad o porque hacen como mis profesores del instituto, que les daba cosa suspender al que había rellenado 7 folios en el examen de historia moderna de España, pero ponían un 0 como una casa al que había tenido la honestidad de dejar el examen en blanco.

Pero cuando acaba la película al peso y crees que esas tres horas hubieran estado mejor empleadas en algo tan poco apetecible como limpiar la campana extractora de tu cocina, entonces es que se merece un suspenso. Como sucede en  The master.

Joaquin Phoenix tiene chepa.

Bestias del sur salvaje provoca un cabreo diferente al de los largometrajes largos y, además, soporíferos.

Vas a verla pensando que es una joya del cine independiente, que mezcla géneros, que es original, diferente, sensible... porque eso es lo que dicen los críticos. Y dura 90 minutos, ¡seguro que hasta es entretenida! Pero no. Resulta que es pedante, pretenciosa, tan poética como podría serlo un editorial de moda del Vogue ambientado en el Nueva Orleans post Katrina. Y además su guión tiene más agujeros que un queso Gruyere. Entonces, ¿a cuento de qué tanta buena crítica?, ¿es que todos eran padres recientes y se les disparaban las hormonas en cuanto veían a la protagonista?

Bestias del sur salvaje ganaría mucho si fuera un primer plano secuencia de esta monería.

O quizá las productoras de cine americanas (las españolas fijo que no, que por no hacer, ni hacen cenas de Navidad a sus trabajadores) son como las farmacéuticas, y para ganarse el favor de los críticos les pagan un viajecito. En este caso, un viaje a Nueva Orleans.

Será manía de guionista, pero yo lo que quiero es que me cuenten una historia. Las imágenes bonitas porque sí las aguanto el tiempo que dura un publirreportaje. Menos mal que Lost in translation la vi en casa, que si la llego a ver en el cine... Yo siempre sospecho de las películas que se parecen más a un anuncio de perfume que a una película normal, con personajes que hacen cosas, que tienen sangre en las venas. Aunque eso está demodé, está out, no es cool. Mejor gente lánguida, que mira por la ventana y suspira porque está así como depre, aunque no sabe muy bien porqué.

¡Que estás en Tokyo! ¡Sal a ver mundo!

Para que no penséis que mi único baremo a la hora de elegir si una película me va a gustar es que sea una peli posturera, añado otra bien distinta: Resacón en Las Vegas.
Porque es que yo soy una chica muy fina, que no eructa en público jamás. Y por eso las comedias de caca culo pedo pis no me hacen ninguna gracia. Los chistes de pajas, como las persecuciones por el metro de Nueva York o las películas de las II Guerra Mundial, están agotados. Ya no se puede sacar más de donde no hay. Está seca la cosa (y nunca mejor dicho).

Y vosotros, ¿cuáles son vuestras películas termómetro? Contádmelo...