jueves, 27 de diciembre de 2012

El 2012 en imágenes

Llamadme vaga.

- Vaga.

A ver, que es una forma de hablar.

- Es que vas por ahí provocando.

Ay, de verdad, qué público tan puñetero tengo. Ya me gustaría a mí tener una audiencia rendida a mis pies, pelota, que besara el suelo que piso, al estilo de los fans de Miguel Bosé. Sí, he visto el especial de Nochebuena de Miguel Bosé para la 1, con Miguel Bosé vestido de payaso Micolor y cortes entre canción y canción en los que los amigos famosos de Bosé le hacían tal masaje que solo podía ser comparado con los masajes con final feliz.
Os pongo un ejemplo.

- Qué manera de alargar un post.

Te quieres callar.

A ver. Por dónde iba. Ah, sí, Miguel Bosé en Nochebuena. Y sus palmeros fans respondiendo a preguntas como: ¿cuál es el poeta preferido de Miguel?, ¿su ciudad?, ¿qué personaje histórico querría conocer? Y Boris Izaguirre, Mercedes Milá y otros cuantos más, todos enamorados de Bosé como una adolescente pava está enamorada de Taylor Lautner, respondiendo cosas como "Miguel es muy culto, seguro que le gusta un poeta que ni conocemos". Todo para que el cultísimo Miguel suelte que el personaje histórico al que querría conocer es el Rey Arturo. Que es un personaje mitológico, by the way.

A ver. Por dónde iba. Ah, sí, llamadme vaga, pero...

- Vaga.

Y dale. Llamadme vaga, pero voy a hacer el típico post resumen del año. Eso sí, paso de la típica lista de libros, películas, series y demás. Mi resumen (o es que no habéis leído el título) es de imágenes. Y, en un alarde de originalidad, entre ellas no está el Ecce Homo de Borja, del que estoy más harta que del anuncio de Campofrío. Este no es un resumen de noticias, ni es un ranking de popularidad, ni un compendio de anécdotas simpáticas son, simplemente, las imágenes que se me han quedado grabadas este año.

Como ella:
Shim a Lan, la tiradora de esgrima que durante varias horas ocupó la pista, llorando como una magdalena por una injusta decisión arbitral que la dejó fuera de la lucha por las medallas. Y ahí se quedó, en estado de shock, con el público jaleándola, hasta que lograron convencerla para que se fuera. La imagen de la frustración, y de la injusticia, porque las olimpiadas, como todo en la vida, no siempre son justas.

Y hablando de injusticia (es que hilo temas que es un primor).

- Porque tú lo digas.

Esto también es muy injusto:


Baby Rihanna

Porque no se puede ser un bombón y una super estrella de adulta y, además, haber sido un bebé de anuncio. Hay que repartir un poco, hombrepordios.

Pero no todo van a ser imágenes de deprimirse. El 25 de septiembre, mientras en el Congreso los diputados votaban cosas importantísimas,  y en el exterior se montaba la de San Quintín, un camarero de los de toda la vida (de los que sirven en los bares de viejo y en las cafeterías tradicionales tipo Nebraska, de esos) se enfrentaba a los antidisturbios por albergar en su cafetería a los jóvenes que huían de las porras.

Pero la imagen del camarero de la cafetería Prado en plan La libertad guía al pueblo no es la que más me llegó. La que me pareció entrañable a más no poder fue la del día siguiente. Y la semana siguiente. Cuando la gente se pasaba por la cafetería Prado a hacerse fotos con el camarero y, de paso, darle las gracias.
Durante el verano, como todos los veranos, hubo montones de incendios y ahora, en invierno, como todos los inviernos, nos olvidamos. Pero han pasado cosas como ésta:

Y no he elegido la foto más impactante, que la hay, con cadáveres de animales en medio de bosques quemados que vete a saber si algún día se repoblarán o si se recalificarán para construir chalets adosados en ellos.

 - ¿Y el Ecce Homo no lo pones?

Pues no.

Por cierto, "Lo último que hago para el Notodo" ha ganado su primer premio. Una mención especial en el festival Menudo Cine de San Juan de la Rambla.

¡Yuju!

lunes, 17 de diciembre de 2012

Lo que dicen mis amigos

Ahora que estoy dando clases de guión (esto es lo que se llama un autobombo sutil), repito como un loro esas cosas que los profesores nos han contado trimestre tras trimestre, como aquello de caracterizar a un personaje mediante su manera de hablar.

Por ejemplo, oyes a alguien decir "mejor pillamos un pelas a pachas y así llegas a tu keli en un pliqui". Y ya sabes dos cosas respecto a esa persona: 1, es de Madrid, 2, tiene más de 30 años. E incluso añadiría una tercera, es uno de esos treintañeros que se aferra a su juventud con más desesperación que Ana Obregón.


A mí las expresiones locales me chiflan. Y cuanto más absurdas, mejor. Afortunadamente, cuento con unos amigos que son un profundo pozo de sabiduría. Así tengo unos cuantos que viven en el Miami español, Marbella, y desde ahí sacan perlas como éstas:

- Capillita, si los pijos son un gran conjunto, del que los señoritos andaluces son un subconjunto, dentro del subconjunto de los señoritos andaluces tenemos a los capillitas. Así que no todos los pijos son capillitas pero sí todos los capillitas son pijos. Con un extra: les vuelve locos la Semana Santa

- Pureta, otra expresión made in Costa del Sol que me fascina. Viejo, hombre mayor, anticuado, en general se usa peyorativamente. Cuando un colega te dice que salir no, que mejor una cenita tranquila en su casa, entonces se le acusa de ser un pureta. Si mi explicación no os lo ha dejado lo suficientemente claro, mirad en el lugar donde está la información de Internet, ¿google?, ¿wikipedia? No, hombre no, foro coches.

- Lujo marbellita, la mejor manera de describir esa mezcla de dorado, vestidos ceñidos, estampados a lo Versace, tacones y extensiones que tanto gustan a las novias de mafiosos rusos que se pasean por Puerto Banús.

- Ésa es un rábano encendido. Esta frase hecha tan gráfica, de origen desconocido, viene a ser una mezcla de conceptos: "escocida", "borde", "fea"... Se lo oí decir a una amiga describiendo a la novia de un colega. El subtexto (otro concepto de guión que introduzco así, como quien no quiere la cosa) vendría a ser: tu novia me cae mal.

- Tardanico. Expresión de la Ribera Navarra, sutil como somos todos los de ahí. El tardanico es el resultado de una madre con premenopausia que se confía y piensa que ya no tiene que tomar la píldora y, nueve meses después, ella que ya tenía a los hijos colocados y fuera de casa, ¡zasca! Tardanico para ella. En guión (¿he dicho ya que es que estoy dando clases en el Hotel Kafka?) el tardanico es muy útil para intentar levantar la vigésimo séptima temporada de una serie familiar. Véase el caso de "El príncipe de Bel Air" o "Los problemas crecen".

- Prestoso. Expresión made in Asturias encantadora y campestre a partes iguales. Prestoso se usa en lugar de monada, ideal, estupendo, cool, chic, divino, de moda, fenomenal y absolutamente cualquier adjetivo que indique que un sitio/persona/situación mola. Junto con la palabra paisano (que sustituye a chico, tío, tú, él, ése, hombre, señor, anciano, vecino...) forma el vocabulario principal de cualquier asturiano de pro.
En Oviedo, Ewan Mc Gregor sería un paisano prestoso.

- Loca del coño. El clan de las Villanueva, el matriarcado que rige la familia de mi amiga F. son las dueñas del copyright de esta expresión tan almodovariana. Porque todas las mujeres de las películas de Almodóvar son unas locas del coño: celosas, obsesivas, desatadas... "Loca del coño" es una manera moderna y evidente de definir el "furor uterino" de Concha Velasco en las obras teatrales de Antonio Gala o de clavar lo que es Ylenia, la de "Gandía Shore".

Y vosotros, ¿qué expresiones de las que oís decir a vuestros amigos preferís? Compartidlas, no seáis acaparadores...

martes, 11 de diciembre de 2012

El zen a través del cortometraje


Hace un par de años estuve de vacaciones en Japón. Creo que no lo he comentado nunca antes en este blog, pero sí amigos, he estado en Japón. Entre las muchísimas cosas de Japón que vi, y no entendí, como los planos del metro, estaban los jardines zen. Jardines de piedrecitas, que ya me contarás tú qué tiene de jardín un sitio lleno de guijarros.

Pero lo más misterioso de los jardines zen o karesansui es que se supone que sirven para meditar. ¿Porque da gustito darle al rastrillo y dibujar olitas sobre los guijarros?, ¿porque puedes quedarte dormida contando piedras como quien cuenta ovejas? Pues no. La filosofía budista/taoísta/oriental así en general va al revés de la nuestra. Donde nosotros vemos un jarrón y pensamos que lo importante es la superficie del jarrón, su forma, sus colorines, su tamaño... los japoneses ven lo que delimita el vacío. El vacío es lo que mola. En la música lo que se escucha son las pausas y los silencios. Los mapas japoneses no nombran las calles, que son simples espacios vacíos entre las calles, lo que numeran son los edificios.

Todo esto explica porqué me perdí tantas veces en el viaje a Japón, y también porqué me he quedado dormida en todas las películas de Ozu que he visto. 

Pero el zen no sólo está en los jardines de piedrecitas. También está en los festivales de cortos. En cuanto los pases superan la hora y en vez de ver 5 o 6 cortos, visionas diez, doce o incluso más, entonces, entras en el Nirvana. Estás tan aburrida que ya te dan igual ocho de ochenta, podrías estar ahí viendo cortos toda la vida. La querencia de los festivales por el documental y los cortometrajes largos, de 20 minutos, ayuda a que el aburrimiento llegue a la siguiente fase. En el último festival al que he ido, el Magma, tenían mucho interés por los cortos sobre ancianas en el mundo rural: ancianas que hacen carbón al estilo antiguo en Polonia, ancianas que crían vacas en Francia, ancianas islandesas que tienen Parkinson y sus maridos intentan curarlas con las plantas que cultivan en su jardín... Todo súper trepidante.

Entre tanto corto también hubo cosas buenas, ojo. Como el que era mi favorito en la sección documental, un corto überadorable sobre un equipo de futbito infantil que jamás ha marcado gol:

O mi preferido en animación, la vida en un parque de caravanas en forma de gatitos, conejitos y ositos "Bertie Crisp", no está colgado en internet, pero os podéis hacer una idea con su trailer.

Aunque mi preferido de los chopocientos cortos que me llegué a ver es éste, exhibido fuera de concurso, dentro de una selección de los mejores cortos del Festival de Leeds.

Pero el jurado de Magma prefiere otro tipo de cine. Son de los que piensan que los cortos tienen que durar casi media hora. Que el drama es el mejor género para el cortometraje. Y mejor todavía, el video arte. Vamos, que no premiaron ni a uno solo de los cortos que me gustaron. Es más, es que el que se llevó el premio gordo era, sencillamente, incomprensible.

Os reto a que veáis, entero, el cortometraje ganador. Yo fui incapaz.

Menos mal que Sicilia estaba ahí para hacer que se te olviden todos los cortos coñazo que se producen en la Unión Europea.
Italia es el país más bonito del mundo. Esto es así. O si no, que se lo digan a esta pareja que estaba haciendo su álbum de bodas en un escenario de lujo: en Taormina.
Ella iba muy discreta.

Dale al zoom y verás:
La excursión a Taormina fue, en sí misma, toda una aventura. Una lucha titánica contra los horarios de autobuses y trenes, que no estaban actualizados ni en la oficina de turismo. Contra el transporte público siciliano, siempre con retrasos. Y contra decisiones urbanísticas extrañas, como que la vechia estación de tren de Acireale esté mucho mejor situada que la nueva, más lejos y, lo mejor de todo, con tramos sin iluminación.

Pero parte de la diversión en Italia está en su punto caótico. Hasta los organizadores del Magma, que eran más majos que las pesetas, nos dieron su toque surrealista. Nos convocan el sábado por la mañana, a las 9.30 (sí, a las 9.30 un sábado por la mañana) para llevarnos de excursión. Yo di por hecho que iríamos en autobús, pero qué va. En los coches de la gente de organización nos llevan a ver Acicastello, desde cuyo castillo se ven los islotes que son las rocas que Polifemo tiró contra Ulises, y la costa:
Sí, la costa siciliana parece un jardín zen, está llena de piedras.

Subir y bajar por este campo de piedrolos fue tan agotador que ya tuve permiso moral para hincharme a comer.

Y es que en Sicilia se come a lo bruto. La fruta sólo existe en forma de mazapán:
Me he quedado con las ganas de ver Sicilia en condiciones. Con un coche en alquiler, con un morenazo sacado de un anuncio de Dolce & Gabbana ocupándose de conducirlo y yo en plan copiloto, con el pelo recogido con un pañuelo que ondea al viento.

martes, 4 de diciembre de 2012

Teletransporte ya

Estimado señor Ministro,
le escribo a usted en primer lugar para que vea que soy una chica educada. No sé pelar una naranja con cuchillo y tenedor, pero le aseguro que jamás en la vida he escupido en la calle, ni me he colado en la cola de la caja del supermercado. Por eso, antes de lanzarme a esas plataformas que me tienen ocupada todo el santo día firmando iniciativas, he pensado que debía escribirle a usted.

Ya sé que están metiendo tijera por todas partes y más aún en la ciencia. Y yo lo entiendo, señor Ministro, si la ciencia es un peñazo, que seguro que usted también dejó las mates de segundo de BUP para septiembre. Y además, ¿para qué sirve? Que investiguen los países nórdicos que tienen tradición y nosotros mejor hacemos aquello para lo que siempre hemos estado dotados: el sector servicios,  lo que viene siendo camarero en garito que sirve garrafón, monitor de aerogym en un hotel o cocinero de paellas con guisantes y gambas. Pero esto que le voy a sugerir, señor Ministro (vea que pongo su cargo en mayúscula y todo) nos puede convertir en un país serio, mejor aún, en un país rico.

Señor Ministro, ha llegado el momento de que inventemos nosotros el teletransporte. Diga a todos los científicos que tenga en nómina que se dejen de zarandajas, que se olviden del cáncer, el SIDA o las energías renovables. TE-LE-TRANS-POR-TE.

Le voy a contar mi triste historia para que compruebe hasta qué punto nuestra sociedad está necesitada del teletransporte.

Todo comienza en Acireale, un pueblo de Sicilia a unos 30 kilómetros de Catania y unos 200 de Palermo. Un pueblo italiano como Dios y las películas de Vittorio Gassman mandan: con sus iglesias barrocas:

su pizza:


sus estampas típicamente italianas: 



Y un transporte público tan caótico, pero tanto, que ni en la oficina de turismo son capaces de darte unos horarios de autobús que se ajusten a la realidad. Otro día, y si le interesa mi iniciativa y quedamos para tomar un café, le cuento qué hacía yo en Acireale. Pero el caso es que yo quería volver a mi casa. Ya sabía, por el viaje de ida, que eso iban a ser unas doce horas de viaje, divididas tal que así:

- 08.00, recogida en la piazza San Dominico para que nos lleven en coche a la estación de autobuses de Catania.
- 08.30, llegada a la estación de autobuses, algunas vueltas para encontrar la oficina en la que comprar el billete y otras tantas vueltas para encontrar el andén.
- 09.00, salida del autobús Catania-Palermo. Dos horas y cuarto de viaje sin película ni nada. Con lo típico y pintoresco que hubiera sido que pusieran una película de Alvaro Vitali.
- 11.15, llegada a la estación de autobuses de Palermo. Tras un capuccino y un bollo relleno de jamón y mozzarella, vamos a coger el autobús al aeropuerto de Palermo, que sale a las 12.30 y tarda unos 40 minutos en llegar al aeropuerto.
- 14.00, tras más de una hora en el autobús, gentileza de un "incidente" (léase inchidente) en un túnel, llegamos al aeropuerto de Palermo.
- 15.00, embarque en el vuelo de Vueling destino a Barcelona. En el avión, no hay hueco para mi maleta de mano, ni para las maletas de medio avión. Las azafatas nos las facturan a mano. Yo aviso a la azafata que yo cojo otro avión después a Madrid, que si va a haber algún problema... La azafata me dice que no me preocupe, que me da tiempo de sobra.
- 17.15, llegamos a Barcelona. En mi billete a Madrid pone que a las 18.15 sale el avión y tengo menos de una hora. Echo a correr.
- 17.20, corro por el aeropuerto.
- 17.25, llego a la zona de recogida de equipajes.
- 17.30, empiezan a salir maletas. La mía no sale.
- 17.40, se para la cinta, corro a la oficina de reclamaciones. La señorita de las reclamaciones me explica que suele pasar con el equipaje de mano que acaba facturándose desde el avión que se queda el último. Me recomienda que "apure un poco" que no tardará en salir. Por si acaso, toma nota de cómo es mi maleta, de mis datos y mi teléfono móvil.
- 17.45, la cinta sigue quieta.
- 17.50, la cinta sigue quieta.
- 17.55, no puedo apurar más y salgo corriendo.
- 18.00, tengo que volver a pasar por el arco de seguridad. Por supuesto, hay cola. Le cuento a la chica que pide el billete y el dni que pierdo el vuelo, me dice que se lo diga al guardia civil del arco y me dejará colarme. Lo hago.
- 18.02, pito en el arco de seguridad. Me tengo que quitar las botas, me las quito.
- 18.04, descalza, con el bolso y el abrigo en una mano y las botas en otra, corro hacia la puerta de embarque de mi vuelo.
- 18.09, llego hacia la puerta de embarque y veo que ni siquiera han abierto aún, pero tampoco anuncian retraso. Vuelvo a mirar mi billete para comprobar que la hora de salida del avión eran las 18.45, y las 18.15 la hora en que se empezaba el embarque.
- 18.14, mientras pienso en lo boba que soy caigo en la cuenta de otra cosa más. Tanto el portátil como el cargador del móvil están en la maleta, ¿llegará sano y salvo el portátil?, ¿cómo me van a localizar los del reparto de equipaje si mi móvil ya no tiene batería?, ¿cómo no se me ocurrió sacar el portátil y el cargador de la maleta cuando me dijeron que tenía que facturar?
- 18.45, despega el avión.
- 20.00, llegamos a Madrid.
- 20.10, cojo el metro. A punto estoy de quedarme dormida en el vagón, como los japoneses en el metro de Tokyo. Me consuelo pensando que los viajes debían ser mucho peores en la Edad Media, cuando se hacían los viajes por caminos a lomos de un burro.
- 21.00, llego a casa.

Como ve, señor Ministro, el teletransporte es una necesidad de nuestro tiempo.

Y vosotros, ¿a que firmaríais por esta petición a favor del teletransporte en Avaaz, Change o Actuable?

Postdata: el portátil llegó sano y salvo y los de Iberia/Vueling trajeron a casa el equipaje a la hora que dijeron y hasta me llamaron esa misma tarde para comprobar que todo había ido bien.