lunes, 19 de diciembre de 2011

Es triste de robar, pero más triste es de pedir

No es que me haya hecho el lío con el refranero. Para nada. El título de este post es una verdad como un templo. Sobre todo si andas preparando un corto para el Notodofilmfest y te hinchas a mandar correos electrónicos, escribir privados de Facebook, dejar mensajes en buzones de voz… pidiendo favores. Que si hazme un precio con la cámara, anda porfa. Que si me podrías pasar el correo personal de tal actor. Que si no podrías hablar con tu primo, aquel que trabajaba en un bar, a ver si puede hablar con su jefe y nos deja el bar para grabar, que te juro que será un momento y recogeremos todo…


Y cómo es la gente, oyes, que la mayoría ni te responde a los correos electrónicos.


Que sería más rápido y eficaz robar, eso os lo digo desde ya. Un alunizaje en una de las empresas de alquileres de equipo y ala, a rodar como una loca.


Pero ni siquiera esa opción es tan perfecta como parece, y no sólo porque me dé miedo conducir por Madrid o porque no me acuerde de cómo se metían las marchas o porque tenga miedo a acabar en prisión con Isabel Pantoja, la infanta Cristina y Marisol Yagüe de compañeras de celda. El problema es que ni siquiera sabría qué robar. Cuando oyes hablar a un director de fotografía te pasa lo que a un amigo de padres de origen alemán, que decía en la guardería que se llamaba Antón Goutayer Backmaier y todos se pensaban que el pobre nene todavía no hablaba bien. Pues los directores de fotografía igual, no se sabe si hablan en klingon o en élfico: Stico, barricuda, fresnel, manga schuko… ¿pero qué es todo eso?

Además, ni aún robando todo el material se hace el corto fácilmente. Hay que buscar un sitio y, amigos/as, cualquiera que haya tenido un rodaje en su casa sabe que no repetirá. Es como tener todos los inconvenientes de una fiesta y ninguna de sus ventajas. Se van todos, tienes que limpiar y ni siquiera hay alcohol o posibilidades de ligue de por medio.

¿Una fiesta salvaje?, ¿una despedida de soltero?, ¿una Nochevieja a la que se apuntó demasiada gente? Pues no, los restos de un rodaje.


Pero supongamos que no sólo he robado todo el material de iluminación existente, sino que también he ocupado una casa. Aún tendré que encontrar al equipo porque, amigos/as, que no os engañen los que van de Juliomedem por la vida. Por muy director autor que uno sea, las películas se hacen entre mucha gente. Aún prescindiendo de script, ayudante de dirección y auxiliares de producción (y prescindes porque no caben en la casa, no por ganas de tenerlos a todos), necesitas a alguien que se ocupe de vestuario, de arte, de la cámara, el sonido y, por supuesto, necesitas actores. No sólo hay que convencerlos para que lo hagan gratis, que eso, si me apuras, es lo más fácil, ¡lo peor es que hay que ponerse de acuerdo en las fechas! Y eso sí que es una tortura.


Así que en esas estoy, haciendo un corto, digo, pidiendo favores. Y si:
- Conocéis a un sonidista con equipo propio
- A alguien que tenga un bar y no le importe que se grabe ahí
- O simplemente tenéis un coche grande y tiempo libre…


¡¡¡Llamadme!!!


O, al menos, votadme. En cuanto esté listo el corto volveré por aquí a daros la paliza. Que no es tan fácil librarse de mí…

viernes, 9 de diciembre de 2011

Buenas noches Panamá

Años 90. Clase de inglés. Adolfo, profesor al que siempre recordaré porque se rascaba la entrepierna rozándola contra la esquina de un pupitre, dando así una tensión insoportable a toda la hora de la clase de inglés que pasabas recitando el mantra "en mi pupitre no, por favor, en mi pupitre no". Adolfo, ese hombre, harto de que sus alumnos le llamaran Alfonso o hasta Ataúlfo, un día se levantó como Michael Douglas en "Un día de furia":

Y nos soltó que no nos quejáramos tanto por el examen sorpresa de vocabulario, si total, anda que no nos quedaban examenes por hacer en la vida. Los enumeró todos: los exámanes de las evaluaciones, los finales, las recuperaciones, los de septiembre, la Selectividad, el del carnet de conducir, los de la Universidad, los de oposiciones... Consiguió lo que quería: callarnos y amargarnos el resto del día.

Por cosas como esta yo siempre he sido una ferviente defensora de que el profesor es el enemigo. Es más, cuanto más enrollado dice ser el profesor, más hay que sospechar. Creedme, los que van de colegas son luego los que te suspenden con un 4,9.

Pero el tiempo pasa, un buen día te sorprendes encontrando guapo a un chico que no es chico, sino hombre y padre de familia y ahí está tu madurez llamando a la puerta. Porque, amigos, ¿qué pasa cuando se dan la vuelta a las tornas y eres tú la profesora?, ¿qué tipo de profesora serás? ¿La clásica de matemáticas chunga que amenaza con hacer controles sorpresa y quitar medio punto al que hable?, ¿el profe funcionario que lee el libro de texto en voz alta hasta que suena el timbre, momento en el que cierra el libro, aunque se haya quedado a mitad de frase? O, dado que voy a dar clase de guión, ¿un profesor con pasado intenso y alcohólico, que provoque en los alumnos admiración y acojone a partes iguales?

En todo eso pensaba yo antes de comenzar mis tres intensas semanas dando clases de guión a tres grupos distintos (uno por semana) durante seis horas cada día. Seis horas. Seis. Como dicen en los carteles taurinos. Seis toros. Seis. Pues igual.

Aunque el primer día y debido a un correo con un error, otra profesora y yo dimos por acabada la clase una hora antes. Estábamos esperando al otro profesor, pensando en que se estaba alargando mucho, cuando la gente de administración vino a decirnos que las clases acababan a las tres, no a las dos. Pero ése no fue el único lapsus que tuve durante esas tres semanas. Tres. Qué va.

Ese mismo día, y probablemente debido a que toda mi circulación sanguínea estaba ocupada haciendo la digestión de mi primera fabada, chispas, me dejé el portátil en el restaurante. A los cinco minutos volví, y ahí estaba.

Otro día me sorprendí a mí misma a punto de sentarme sobre la mesa con las piernas cruzadas y no lo hice. Otro resbalé con un charco (por Asturias hay mucho de eso) y a punto estuve de caerme justo cuando el coche de dos alumnos entraba en el parking.


Unos días más tarde entré en un proceso de dar clase como quien estaba en el salón de su casa y ahí estaba yo, hablando de estructura, sentada en posición “toro sentado” con las piernas cruzadas sobre la mesa.

Los alumnos, que también iban cogiendo confianza, a 15 minutos del final de clase, muertos de hambre y agotamiento, y como si aquello fuera “La gramola” pidieron que les pusiera este video: el plátano bolígrafo.

Y yo les hice caso.

En otra ocasión, poniendo un video sacado de Internet oí de fondo la voz de un alumno: “el sonido, que no lo has conectado” y lo triste es que era el tercer video que ponía ese día. Ese mismo alumno comentó, en el momento cañas del último día, que no es que él supiera mucho de técnica, sino que yo era tan torpe que en comparación él parecía Steve Jobs.

Y es que en ese último día, como premio y porque se lo había prometido la otra profesora la semana anterior, también proyecté este clip, un clásico de la red utilísimo para explicar cómo funciona un gag. Aquí, la señorita Panamá:


Y ya puestos, y dominando el arte de la proyección, les puse éste también, utilísimo para entender el subtexto, porque aunque la miss esté contestando a la pregunta: ¿es el hombre el complemento ideal de la mujer?, en realidad la escena va de una pobre señorita Antioquía, aspirante a Miss Colombia, que se ha metido ella sola en un berenjenal del que no sabe cómo salir:


De esta sucesión de chorradas se deduce que no soy una profesora enrollada, ni una tipo funcionario, ni desde luego una de las que mete miedo. Pertenezco al tipo de profesora entrañablemente torpe. Los alumnos no me recordarán con una sonrisa y seguro que con un mote.

Y vosotros, ¿habéis dado clase alguna vez?, ¿qué tipo de profesor sois?, ¿creéis como la señorita Antioquía que el hombre es el complemento de la mujer y la mujer del hombre, hombre con hombre, mujer con mujer, del mismo modo y de manera contraria?

Aprovecho para recordar que se ha retrasado la proyección de "Mañana", será en el café Angelika de Madrid, a las 21.oo horas, pero el día 12.